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Los aristócratas, viendo ya á Pericles engrandecido y tan preferido á los demas ciudadanos, quisieron contraponerle alguno de su partido en la ciudad, y debilitar su poder para que no fuese absolutamente de un monarca; y con la mira de que lo resistiese, echaron mano de Tucidides, de la tribu Alopecia, hombre prudente y que tenía algun deudo con Cimon. Era sí ménos guerrero que éste; pero le aventajaba en el decir y en el manejo de los negocios: así contendía en la tribuna con Pericles, y bien pronto produjo una division en el gobierno; porque estorbó de este modo que los ciudadanos que se decian principales se allegaran y confundieran como ántes con la plebe, mancillando su dignidad; y más bien manteniéndolos separados, y reuniendo como en un punto el poder de todos ellos, le hizo de más resistencia, y que viniera á ser como un contrapeso en la balanza; porque desde el principio hubo como una separacion oscura, que á la manera de las pegaduras del hierro, era indicio de dos partidos, el popular y el aristocrático; y ahora aquella union y concordia de los principales dió más peso á esta division de la ciudad, é hizo que el un partido se llamara plebe, y el otro oligarquía, ó de los pocos. Por esto mismo, soltando más entónces Pericles las riendas á la plebe, gobernaba á gusto de ésta, disponiendo que continuamente hubiese en la ciudad, ó un espectáculo público, ó un banquete solemne, ó una procesion, entreteniendo al pueblo con diversiones que le recreaban é instruían. Hacía, además, salir cada año sesenta galeras, en las que navegaban muchos ciudadanos que ganaban ocho minas de sueldo, y al mismo tiempo se ejercitaban y aprendían la ciencia náutica. Enviaba asimismo mil sorteados al Quersoneso; á Najos quinientos; á Andros la mitad de estos; otros mil á la Tracia para habitar en union con los Bisaltas; y otros á Italia, restablecida Sibaris, á la que llamaron Turios. Todo esto lo hacía para aliviar á la ciudad de una muchedumbre holgazana é inquieta con el mismo ocio; para remediar á la miseria del pueblo, y tambien para que impusieran miedo y sirvieran de guardia á los aliados, habitando entre ellos, para que no intentaran novedades.
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