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Cobró con esto mayor ánimo Cleomenes, y estando en la inteligencia de que si hiciera la guerra á los Aqueos obrando en negocios libremente segun su voluntad, fácilmente los vencería, hizo ver al marido de su madre, Megistono, que convenia deshacerse de los Eforos, y poniendo en comun las tierras para todos los ciudadanos, restablecer la igualdad en Esparta y despertar á esta, y promoverla al imperio de la Grecia; y persuadido éste, previno tambien á otros dos ó tres de sus amigos. Sucedió por aquellos mismos dias, que habiéndose dormido uno de los Eforos en el templo de Pasifae, tuvo un maravilloso ensueño. Parecióle que en el lugar en que los Eforos dan audiencia sentados, habia quedado una sola silla, y las otras cuatro se habian quitado; y que como esto le causase admiracion, salió del centro del templo una voz que dijo ser aquello lo que más á Esparta convenia. Refirió el Eforo esta vision á Cleomenes, y éste al principio se sobresaltó pensando que esto podia dirigirse á sondearle por alguna sospecha; pero luégo que se convenció de que el que hacía la relacion no mentía, se tranquilizó; y tomando consigo á aquellos ciudadanos que le parecia habian de ser más contrarios á su designio, se apoderó de Herea y Alsea, ciudades sujetas á los Aqueos. Introdujo despues víveres en Orcomene; se acampó junto á Mantinea; y yendo arriba y abajo con continuas y largas marchas, quebrantó de modo á los Lacedemonios, que á peticion de ellos mismos dejó la mayor parte en la Arcadia; y conservando consigo á los que servian á sueldo, marchó con ellos á Esparta. En él camino comunicó su proyecto á aquellos que creia serié más adictos, y hacía su marcha con sosiego y recato para sobrecoger á los Eforos cuando estuviesen en la cena.
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