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Ando buscando con cuidado alguna cosa que yo juzgue ser buena para el uso y no para la ostentación; porque estas que se miran con cuidado y nos hacen detener mostrándolas los unos á los otros con admiración, aunque en lo exterior tienen resplandor, son en lo interior miserables. Busquemos algo que sea bueno, no en la apariencia, sino sólido y macizo, y en la parte interior hermoso. Alcancémoslo, que no está muy lejos, y con facilidad lo hallarás si atendieres á la parte á que has de extender la mano; porque ahora pasamos por las cosas que nos están cercanas, como los que andan á oscuras, tropezando en lo mismo que buscan. Pero para no llevarte por rodeos, dejaré las opiniones de otros, por ser cosa prolija el referirlas y refutarlas. Admite la nuestra; y cuando te digo la nuestra, no me ato á la de alguno de los principales estoicos, que también tengo yo libertad para hacer mi juicio. Finalmente, seguiré alguno de ellos, á otro compeleré á que divida su opinión; y por ventura, después de estar llamado y citado de todos, no reprobaré cosa alguna de lo que nuestros pasados decretaron, ni diré: «Esto siento demás;» y en el ínterin, siguiendo la opinión común de los estoicos, me convengo con la naturaleza, por ser sabiduría el no apartarnos de ella, formándonos por sus leyes y ejemplo. Será, pues, bienaventurada la vida en lo natural que se conformare con su naturaleza; lo cual no se podrá conseguir si primero no está el ánimo sano y con perpetua posesión de salud. Conviene que sea vehemente, fuerte, gallardo, sufridor, y que sepa ajustarse á los tiempos, siendo circunspecto en sí y en todo lo que le tocare, pero sin demasía. Ha de ser asimismo diligente en todas las cosas que instruye la vida, usando de los bienes de la fortuna sin causar admiración á otros y sin ser esclavo de ella. Y aunque yo no lo añada, sabes tú que á esto se seguirá una perpetua tranquilidad y libertad, dando de mano á las cosas que nos alteran ó atemorizan; porque en lugar de los deleites y las demás cosas que en los mismos vicios son pequeñas, frágiles y dañosas, sucederá una grande alegría incontrastable, una paz acompañada de concordia de ánimo y una grandeza adornada de mansedumbre; porque todo lo que es fiereza se origina de enfermedad.
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