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Dirás que les irá mal, porque intervienen muchas cosas que les perturban el ánimo, y las opiniones entre sí encontradas les inquietan la mente. Confieso que esto es así, mas con todo eso, siendo ignorantes y desiguales, y sujetos á los golpes del arrepentimiento, reciben grandes deleites: de suerte que es forzoso confesar están tan lejos del disgusto, cuanto del buen ánimo, sucediéndoles lo que á muchos que pasan una alegre locura, y con risa se hacen frenéticos. Pero al contrario, los entretenimientos de los sabios son detenidos y modestos, y como encarcelados y casi incomprensibles, porque ni son llamados, ni cuando ellos se vienen son tenidos en estimación, ni son recibidos con alegría de los que los gozan, porque los mezclan y entrometen en la vida como juego y entretenimiento en las cosas graves. Dejen, pues, de unir lo que entre sí no tiene conveniencia, y de mezclar con la virtud el deleite, que eso es lisonjear con todo género de males al vicio, con lo cual el distraído en deleites y el siempre vago y embriagado, viendo que vive con ellos, piensa que asimismo vive con virtud, por haber oído que no puede estar separado de ella el deleite, y con esto intitula á sus vicios con nombre de sabiduría, sacando á luz lo que debiera estar escondido: con lo cual frecuenta sus vicios, no impelido de la doctrina de Epicuro, sino porque entregado á sus culpas, las quiere esconder en el seno de la filosofía, concurriendo á la parte donde oye alabar los deleites. Y tengo por cierto que no hacen estimación del deleite de Epicuro (así lo entiendo) por ser seco y templado, sino que solamente se acogen á su amparo y buscan su patrocinio, con lo cual pierden un solo bien que tenían en sus culpas, que era la vergüenza, y así alaban aquello de que solían avergonzarse, y gloríanse del pecado, sin que á la juventud le quede fuerzas para levantarse, desde que á la torpe ociosidad se le arrimó un honroso nombre.
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