|
En este invierno, los Atenienses determinaron enviar otra vez a Sicilia una armada mucho mayor que la que Laquete y Eurimedonte condujeron antes con intención de sojuzgarla, no sabiendo la mayor parte de ellos la extensión de la isla y la multitud de pueblos que la habitaban, así Griegos como Bárbaros, y, por tanto, que emprendían una nueva guerra no menor que la de los Peloponesios, porque aquella isla tiene de circuito tanto cuanto una nave gruesa puede navegar en ocho días, y, aunque es tan grande, no está separada de la tierra firme más que unos veinte estadios.
| |