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Con ellos volvieron a la batalla por tercera vez, en la cual los de la comunidad vencieron a los grandes por estar en lugar más ventajoso, porque eran muchos más en número y porque las mujeres, que estaban de su parte, les dieron grande ayuda, sosteniendo el furor e ímpetu de los contrarios con mayor esfuerzo y osadía que requería su condición natural, y tirándoles tejas y piedras desde las casas. Al acercarse la noche, los grandes, que iban de vencida, temiendo que el pueblo, con ímpetu y grita, fuese a ganar el puerto y las naves que tenían en él y tras esto los matasen a todos, pusieron fuego a las casas que estaban en el mercado y alrededor de él, así a las que eran suyas como de los otros, para estorbar que pudiesen pasar de allí, ocasionando que se quemasen muchos bienes y mercaderías muy ricas y de gran precio. De venir el viento de parte de la ciudad se hubiese quemado toda. Con este fuego cesó el combate aquella noche y estuvieron todos en armas cada cual en guarda de su estancia. Mas la nave de los Corintios, sabiendo que el pueblo había alcanzado la victoria, desplegó velas y se fue secretamente, y lo mismo hicieron muchos de los que habían acudido de tierra firme en favor de los grandes, volviéndose a sus casas.
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