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Mi parecer en este caso es el mismo de ayer, y me maravillo mucho de aquellos que han querido volver a poner este negocio de los Mitileneos en consulta y por este medio dejar perder y pasar el tiempo en provecho de los que os han ofendido, porque, dilatando el castigo, el que ha recibido la ofensa afloja su ira y no se halla tan áspero para la venganza, más, cuando se ejecuta la pena pronto y la injuria es reciente, toma mucho mejor el castigo. También me maravillo de que haya hombre de contraria opinión de lo que está acordado y quiera mostrar con razones que las injurias y ofensas de los Mitileneos nos sean útiles y provechosas, y que esto, que es bien de nuestra parte, redunde en mal y daño de los aliados. Porque, ciertamente, quien quiera que sea el que esto defienda evidentemente da a entender o que por gran confianza en su ingenio y elocuencia hará creer a los otros que no entienden las cosas claras por sí mismas o que, corrompido por dádivas y dinero, procura engañarnos con elocuentes razones. Con estas contiendas y dilaciones, la ciudad obra en provecho de los otros y en daño y peligro de sí misma, de lo cual vosotros tenéis la culpa por haber malamente introducido estas disputas y alteraciones, acostumbrándoos a ser miradores de las palabras y oidores de las obras, creyendo que las cosas han de ocurrir según os persuade el que sabe mejor hablar y teniendo por más cierto lo que oís decir que lo que veis por obra, pues os dejáis vencer por palabras artificiosas. Sois, pues, muy fáciles para dejaros engañar por nuevas razones y muy difíciles para ejecutarlo que una vez ha sido aprobado y determinado. Sujetos a vanidades, tomáis hastío de vuestras costumbres antiguas y loables, y por este medio cada cual procura y trabaja solamente por ser elocuente y saber hablar bien. Los que no alcanzan esta elocuencia quieren seguir a los que la tienen para mostrar que no entienden las cosas menos que ellos. Además, si hay quien diga alguna razón sutil y aguda, os apresuráis a elogiarle y decir que ya la habíais pensado antes que él la dijese, siendo en lo demás tardíos y perezosos para proveer en las cosas venideras de que os hablan. Buscáis cosas muy ajenas de aquellas con que podéis vivir y pasar la vida, y no entendéis las que traéis entre manos, dejándoos engañar por el deleite de lo que ois, como los que quieren más estar sentados viendo a sofistas y parleros que oir a los que consultan las cosas concernientes al bien y pro de la República.
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