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Viendo así las cosas los gobernadores y principales de la ciudad, y temiéndose que el pueblo hiciese tratos con los Atenienses sin contar con ellos, como podía muy bien suceder, porque eran los más y los más fuertes, hicieron todos juntamente sus conciertos con los Atenienses y con Paquete, su caudillo, en está forma: que recibirían el ejército de los Atenienses dentro de su ciudad y enviarían sus embajadores a Atenas a pedir merced, entregándose a su discreción para que tomasen la satisfacción y enmienda de aquello en que los Mitilenos les hubiesen ofendido, y que entretanto, hasta que llegara la respuesta de Atenas, no fuese lícito a Paquete matar ni encarcelar ni tener prisionero a ningún ciudadano. No obstante estos conciertos, aquéllos que habían sido autores de la rebelión, cuando vieron que el ejército estaba dentro de las puertas de la ciudad, se acogieron a los templos para salvarse. Pero Paquete consiguió sacarles de allí y los envió a la isla de Ténedos hasta recibir la respuesta de Atenas. Después envió cierto número de barcos contra la ciudad de Antisa, que se rindió, y además ordenó todas las otras cosas que le parecieron ser necesarias para el bien de su ejército.
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