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Pasado el foso, se cerraron todos, y juntos siguieron por el camino que va hacia Tebas, dejando a mano derecha el templo de Hera que hizo Andrócrates. Escogieron esta vía por creer que los Peloponesios no pensarían que habían tomado el camino que iba hacia sus enemigos y también porque veían que los Peloponesios habían encendido grandes fuegos en el camino que iba para Atenas. Pero, después que caminaron seis o siete estadios hacia Tebas, dejaron aquel camino y tomaron el que va a la montaña y a Eritras y a Hisias, y por esta montaña fueron hasta Atenas, contándose entre todos doscientos doce, porque los otros, viendo la dificultad de la hazaña que emprendían, se habían retirado dentro de la ciudad de Platea, excepto uno que fue muerto dentro del foso. Los Peloponesios, pasado este ruido, se retiraron a sus alojamientos, en el campo; y los de la ciudad no sabían si sus compañeros se habían salvado o no, porque los que se volvieron habían dicho que todos eran muertos. Al ser de día, enviaron sus farautes a los enemigos para que les diesen los cuerpos, mas al saber que se habían salvado, quedaron tranquilos. De esta manera, parte de los que estaban cercados en Platea pasaron todos los fuertes y defensas de los enemigos, y se salvaron.
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