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La armada que los Corintios y sus confederados habían de enviar desde el golfo de Crisa en socorro de Cnemo contra los de Acarnania, si acaso quisiesen venir a socorrer a los de Estrato, no llegó a tiempo, sino que se vió obligada, cuando se libraba la batalla de Estrato, a combatir por mar contra los veinte navíos que tenía Formión en guarda de Naupacto, el cual los estaba espiando para acometerlos en alta mar cuando salieran del golfo. Los Corintios, que no estaban preparados para pelear en el mar, sino que solamente llevaban encargo de transportar la gente de guerra a Acarnania, nada sospechaban, pensando que Formión, que tenía sólo veinte naves, no osaría acometer las suyas, que eran cuarenta y siete. Pero, al pasar navegando a lo largo de la costa de Epiro para llegar a Acarnania, que está enfrente, vieron salir a los Atenienses de Cálcide y del río Eveno, y que iban derechamente contra ellos, pues no impidió descubrirles la noche, y por este medio los Corintios fueron forzados a pelear en medio del estrecho. Llevaban por capitanes aquellos que cada ciudad había señalado, y de los Corintios eran caudillos Macón, Isócrates y Agatárquides. Los Peloponesios pusieron todas sus naves en cerco cerrado, las proas fuera y las popas hacia dentro, tomando el mayor espacio que pudieron en la mar para estorbar la salida a los enemigos. Y dentro del cerco pusieron los más pequeños barcos y cinco de las más ligeras juntas, para hacerlas salir de pronto contra las de los enemigos en momento opotuno.
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