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De esta manera fueron celebradas las honras y exequias de los muertos aquel invierno, que fue al fin del primer año de la guerra. Al comienzo del verano siguiente, los Peloponesios y sus aliados entraron otra vez en territorio del Atica por dos partes como hicieron antes, llevando por capitán a Arquidamo, hijo de Zeuxidamo, rey de los Lacedemonios; y, habiendo establecido su campo, robaban y talaban la tierra. Pocos días después, sobrevino a los Atenienses una epidemia muy grande, que primero sufrieron la ciudad de Lemnos y otros muchos lugares. Jamás se vió en parte alguna del mundo tan grande pestilencia ni que tanta gente matase. Los médicos no acertaban el remedio, porque al principio desconocían la enfermedad, y muchos de ellos morían los primeros al visitar a los enfermos. No aprovechaba el arte humana ni los votos ni plegarias en los templos, ni adivinaciones, ni otros medios de que usaban, porque en efecto valían muy poco; y, vencidos del mal, se dejaban morir.
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